El chiste fácil, también conocido como chascarrillo, es un arte que por lo común dominan las personalidades límpidas, hombres y mujeres que se reconocen en la lontananza por su carcajada transparente y una clara propensión a evitar toda seriedad. Cuando hace unos días Jon Tae Su presionaba a Elano por detrás, añoré con tristeza los comentarios del difunto Montes y el sublime Julito Salinas, rey de las camisas y la caña de pescar. Al margen de los gustos personales, creo que se puede afirmar objetivamente que ellos supieron despojar al fútbol de esa pretendida y pretenciosa seriedad con la que lo contemplan los medios. Pero además, creo que siempre dieron primacía a las simpatías sobre las pasiones, esos furibundos sentimientos que motivan a fanáticos de todos los colores. La pasión concentra toda su energía en un sólo punto: en el árbol, que oculta el bosque. La simpatía permite dirigir una mirada liviana y alegre sobre todos y cada uno de esos árboles, escoger a los más afines y sonreir imaginando, cuando no se los está viendo, el ruido que hacen al caer, pues los hemos disfrutado en el camino y no vamos a llorar su fin. Los fanáticos carecen de imaginación.
Millones de argentinos apoyan a Argentina a su pesar, a pesar de esa pelotilla que se les ha grapado al ombligo. Diego Armando en el campo era un hijoputa con encanto. El enemigo Bilardo pinchaba como un cardo. Con camisa y corbata no pasan de ser unos personajillos que, henchidos de poder, maniatan al fútbol de la Plata. Mis pestes para quien consiente que tal cosa suceda. Quién pudiera ver a Riquelme habilitando a Milito, a Cambiasso conteniendo al enemigo por última vez.
Pero los fanáticos sólo ven a Messi, que corretea sin sentido, sin equipo. Que os follen si alguna vez llegáis a ganar este Mundial.
Poco más se puede decir de Brasil: todo fogueo, el triatleta Robinho (corre, bicicleta y nada) como estrella; un lateral, Maicon, como fundamento. Pero al mundo moderno le bastan los destellos de individualidad, el toque mágico. Casi nadie mira lo que hacen los jugadores cuando no tienen el balón pegado al pie. Esto le pasaba a Montes, alma cándida ignorante en materia futbolística. Julito concedía: él sabía bregar.
¿Qué es el fútbol? USA, Paraguay, Costa de Marfil: morirán temprano porque ellos mismos ignoran que su entrega vale más que mil destellos. No cejéis, guerreros: el árbol de la esperanza siempre es firme.
Ni puta idea, dedícate a otra cosa. Vale que Maradona apesta, lo demás es paja mental y muy, muy gay
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